Este libro que apoya el sistema de terapia sobre constelaciones familiares no ayuda a sanar nuestras heridas y desatar los nudos emocionales que tenemos.
Cuando nos hacemos una herida, lo mejor es limpiarla bien y dejarla secar al aire. Así se irá
cerrando, se volverá una cicatriz y dejará de doler.
Al mirarla, recordaremos lo que pasó, pero ya no sentiremos dolor.
Si por el contrario tapamos la herida y nos decimos que no está, es posible que acabe infectándose y generando un problema de más envergadura.
Con las heridas emocionales pasa lo mismo. Cuando algo nos ha dañado, hemos de
entender cómo nos afecta y ver si hay bloqueos que nos siguen limitando. Este es un camino
que hay que recorrer con delicadeza
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