Somos energía, unidad compuesta de cuatro realidades inseparables: orgánica, cerebral, psíquica y energética. Les comparto una pequeña guía que ayudara a reconocer los mensajes que nos da nuestro cuerpo.
No hay ni una sola célula del cuerpo que escape al control del cerebro, y este no escapa al control del pensamiento, consciente o inconsciente; de manera que ni una célula del cuerpo escapa al psiquismo.
Un shock siempre va acompañado de un sentimiento personal que repercute en los cuatro niveles biológicos.
Analicemos que parte de nuestro cuerpo nos informa sobre esta energía.
Los cabellos: Mi fuerza. Piensen cuando somos jóvenes el cabello es grueso, brillante, cuando pasamos por enfermedades o angustias se nos cae o nos salen canas y en nuestros años dorados se torna blanco y delicado.
El cuero cabelludo: Mi Fe y mi lado divino. Revisen su cuero cabelludo cuando hay stress o angustia, cuando perdemos las esperanzas suele haber caspa y otras afecciones.
La cabeza: Mi individualidad.
Los dientes: Mis decisiones. En los dientes es incorrecto tu concepto. El primer cuadrante (ARRIBA DERECHA) representa al clan y la figura del padre. El segundo cuadrante (ARRIBA IZQUIERDA) representa a la familia y la figura de la madre. El tercer cuadrante (ABAJO IZQUIERDA) representa el hogar. El cuarto cuadrante (ABAJO DERECHA) representa el trabajo.
El cuello: Mi flexibilidad, mi capacidad para ver varios lados de las situaciones de la vida.
La garganta: La expresión de mi lenguaje verbal y no verbal, mi creatividad.
Los hombros: Mi capacidad para llevar una carga, responsabilidades.
Los brazos: Mi capacidad para tomar a las personas o las situaciones de la vida. Son la prolongación del corazón. Sirven para ejecutar las órdenes.
Los codos: Mi flexibilidad en los cambios de direcciones en mi vida.
Los dedos: Los pequeños detalles de lo cotidiano.
El corazón: Mi comunicación con los demás.
La sangre: La alegría que circula en mi vida.
Los pulmones: Mi necesidad de espacio, autonomía, Vinculados a mi sentimiento de vivir.
El estómago: Mi capacidad para digerir nuevas ideas.
La espalda: Mi soporte, mi apoyo.
Los huesos: La estructura de las leyes y principios del mundo en el cual vivo.
Los intestinos: mi capacidad para soltar, dejar fluir lo que me es inútil y dejar fluir los acontecimientos de mi vida.
Los riñones: La sede del miedo.
El páncreas: La dulzura que está en mí.
El hígado: La sede de la crítica.
Las piernas: Mi capacidad para adelantar en la vida, ir hacía el cambio, hacía las nuevas experiencias.
Las rodillas: Mi flexibilidad, mi amor propio, mi orgullo.
Ellos nos alertan mucho antes de que nosotros mismos nos demos cuenta de que algo nos esta pasando. Pongamos atención a nuestro cuerpo.
Vibremos en armonía para sanar, reconozcamos que nos molesta, que nos perturba y equilibremos nuestras energías